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Mostrando entradas de febrero, 2022

COMPETENCIA OFICIAL: De egos, masculinidades tóxicas y mujeres en medio

Hablar en estos días tan dolorosos de egos, narcisismos y hasta psicopatías pudiera parecer una obviedad. Nos basta con mirar hacia el Este y ver en que se traduce la masculinidad tóxica de quien se cree el puto amo. Nada nuevo bajo el sol. El ansia de dominio y de conquista que ha situado siempre a tantos hombres en el opuesto a la empatía sin la que nos posible ni siquiera imaginar la dignidad. Viendo la estupenda  Competencia oficial , que no es sino un juego inteligentísimo y divertido sobre ese duelo eterno de la masculinidad patriarcal, o sea, el duelo que siempre nos ocupa en demostrar quién la tiene más larga, no pude evitar trasladarme el escenario que, afuera de la sala de cine, nos tiene en estos días con el corazón en un puño. Putin, Humberto, Félix, Iván.     La aguda película de   Gastón Duprat y Mariano Cohn  no es solo, sin embargo, un retrato de esas masculinidades nacidas para competir y entre las cuales es imposible tender puentes. Por más que, como dice la directora

SEXO Y GÉNERO EN LOS GOYA

Como cada año, asistir desde casa como espectador a la soporífera, pero sin embargo siempre atractiva, ceremonia de los Goya, me ha servido para confirmar que la  autodeterminación de género es imposible. Me explico. El imaginario de lo que significa ser hombre y ser mujer, de acuerdo con los patrones normativos que identificamos como género, se reproducen año tras año en el desfile de estrellas que, fielmente, y salvo excepciones contadísimas, responden a lo que se espera de ellos y de ellas. Al margen de que me parece sanísimo y maravillosamente juguetón que todos y todas podamos gozar de sentirnos atractivas, deseadas y estrellas por un día. El dilema está en de qué manera el mundo en el que vivimos nos condiciona este disfrute de manera muy distinta en función del valor social otorgado a lo que tenemos entre las piernas. En ese sentido, los mandatos que derivan de la “ley del agrado”, usando la terminología que aprendí de Amelia Valcárcel, continúan siendo más rígidos y estrictos p

DRIVE MY CAR: Palabras que sanan

Las palabras, los silencios, la comunicación, la soledad y la culpa. El teatro lleva siglos hablándonos de todo esto. Y por eso es un espejo con frecuencia tan cruel, casi siempre catártico, porque es inevitable que nuestras luces y miserias encuentren reflejo en los personajes que desde el escenario nos interpelan. El cine, aunque también provoca con frecuencia esos efectos, lo hace en menor medida, porque la pantalla actúa como una especie de filtro que nos distancia. Nos falta frente a ella el rugir de las respiraciones, el crujido de las pisadas, la seducción de lo irrepetible. El silencio que se palpa y las palabras que llegan directas, desde la calidez de la garganta del intérprete a las con frecuencia áridas entrañas del espectador que al principio siempre intenta escurrir el bulto. Como si fuera un dogma que los horrores siempre le ocurren a los demás, hasta que un personaje sobre las tablas te mira a ti de frente y te saca de la mentira piadosa que tú mismo te habías creado pa

LA REVOLUCIÓN DE LOS RELOJES

En la agenda de buenos propósitos que he abierto en enero, he evitado hacer un largo listado de compromisos que iría traicionando a lo largo de los meses venideros. Solo he escrito con letras mayúsculas el horizonte de sentirme más dueño de mi tiempo, menos esclavo de las horas competitivas y afanosas que nos marca el mundo en que vivimos, más volcado en esos instantes que cada día nos reconcilian con la vida. Esos de los quehabitualmente huimos los hombres, tan ocupados siempre en ser los proveedores, los héroes triunfadores y los que siempre se muestran ante los demás sus logros. Nuestro tiempo, medido por relojes hechos a nuestra medida, y situados en nuestras muñecas o en las torres de las plazas, ha estado siempre marcado por ma centralidad del trabajo y por la necesidad de demostrar nuestra condición de sujetos productores. Las horas íntimas, las volcadas en lo privado y lo doméstico, las dedicadas a mantener los vínculos emocionales, siempre fueron cosa de las mujeres, de las