Todas y todos hemos visto muchas películas en las que los personajes principales eran hombres astronautas. Nuestro imaginario colectivo, en el que tanta fuerza tiene esa dimensión un tanto sobrehumana de alcanzar otros planetas, está poblado de varones que protagonizan grandes hazañas también más allá de la atmósfera. Elegidos para la gloria. Hace un par de años, la estupenda Figuras ocultas nos enseñó de que incluso en esos espacios tan masculinizados también ha habido mujeres, grandes mujeres, que todavía no hemos incluido en los libros de texto. Próxima, una singular película dirigida por una mujer, Alice Winocour, nos coloca en la pantalla justamente una de esas historias nunca contadas. En este caso, la de Sarah, interpretada con desgarro y hondura por la magnífica Eva Green, una astronauta francesa que se entrena en la Agencia Espacial Europea en Colonia y que es seleccionada para participar en una misión que la llevará a Marte. Una misión que la tendrá durante un año fuera de la Tierra. Hasta aquí, todo pudiera parecernos un relato heroico que simplemente cambia de protagonista, la cual, a través de algún otro detalle que sobre todo vemos en el personaje que interpreta Matt Dillon, sufre las miradas censoras y devaluadoras que parecen ir añadidas al hecho de ser mujer en ámbitos dominados por los hombres. Unos espacios en los que es habitual que se dude de las capacidades, o en este caso de la resistencia, de una mujer, lo cual lleva en consecuencia a que con ella se adopten actitudes que se mueven entre dos polos: la humillación y el paternalismo.
Pero donde reside la tensión de la historia es en el hecho de que Sarah es una mujer divorciada, que vive con su hija de siete años, que inevitablemente ante la misión encomendada, y con la que la protagonista verá culminar un sueño que tenía desde que era pequeña, tendrá que quedarse con el padre, con el que al menos inicialmente detectamos que no hay una relación fluida, o al menos no tanto como con la madre. Próxima nos sitúa así ante las aristas que representa la vivencia de la maternidad, muy especialmente en el caso de mujeres profesionales, que tienen proyectos personales más allá del hecho de ser madres y de cómo el cordón umbilical, nunca cortado del todo, sigue operando en muchos casos como una especie de cadena. Una cadena que genera sentimiento de culpa, que impide con frecuencia que esa madre no esté al cien por cien en un su trabajo y que tiene por lo tanto un coste emocional para ellas que, intuyo, no tiene nada que ver con cómo los hombres vivimos la paternidad. Sarah, en cuyo rostro vemos dibujarse todas las tensiones y dilemas sin necesidad que los explique, trata de ser al mismo tiempo una profesional impecable y una madre perfecta. Y, tal vez, y como casi al final de la película le dice el colega que interpreta Matt Dillon, no existen las (ni los) astronautas perfectos, ni tampoco, añado yo, las madres perfectas.
Próxima, que cuenta una de esas historias que solo podrían ser narradas por una mujer, además de explicarnos con rigor el durísimo proceso de preparación que supone enrolarse en una misión espacial, nos enfrenta a uno de esos cautiverios que las mujeres siguen arrastrando y que incide en sus tiempos, en sus emociones, incluso en su salud. Una carga pesada que me temo los hombres no arrastramos, o al menos no de la misma manera, y que hace que en la práctica la maternidad no sea ese paraíso que nos vende la publicidad. Me imagino que muchas mujeres que vean esta película se reconocerán en ella y espero que muchos hombres, cuando lo hagan, empiecen a tomar conciencia de que que sigue siendo una cuenta pendiente revisar unas paternidades que no asumen el coste que sigue lastrando las vidas de las madres. Mientras que personal y colectivamente no seamos capaces de darle la vuelta a ese pacto de cuidados y dependencias, mucho me temo que las conquistas de las mujeres solo lo serán a medias. Porque sí, necesitamos que las niñas vean a muchas mujeres astronautas a las que quieran parecerse, pero a ser posible liberadas de la carga que supone cumplir con las expectativas que cultural y simbólicamente las convierten en una suerte de esclava.
Próxima puede verse en la plataforma FILMIN.
Comentarios
Publicar un comentario