De aquel día
frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que
daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol reflejándose en
tus ojos muy abiertos. Siempre que paseo
por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de
otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver
convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la
aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que
ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina
por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas
cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que
siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa,
no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil
pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía frente a un nuevo
desafío. Nunca fui, y ahora tampoco, de los que entienden la paternidad en una
especie de mística que nos convierte automáticamente en hombres igualitarios,
ni muchos menos he pensado que sin ella la vida carezca de felicidad posible.
Al contrario, creo que es una pieza más de un engranaje mucho más complejo en
el que es posible ir proyectándonos hacia fuera y creciendo por dentro, pero ni
es la más decisiva ni mucho menos la única. Todo forma parte de un proyecto
vital en el que el gran reto está en conseguir una suficiente armonía entre lo
que piensas y lo que haces, entre lo que sueñas y lo que construyes, entre el
mundo que te gustaría habitar y aquel con el que tienes que lidiar cada día.
A lo largo
de estos años, juntos, siempre juntos, como todavía hoy lo seguimos estando
cuando te metes en mi cama y me coges la mano como cuando eras un bebé, hemos
vivido cambios en nuestras vidas, en
muchos casos soy consciente que han sido grandes desafíos para un niño
que veía que su orden de siempre dejaba de serlo y se abrían las puertas a la
incógnita de otras posibilidades. En estas tesituras siempre has demostrado
madurez y generosidad, mucha más incluso que muchos de los adultos que nos
rodean y que en muchas ocasiones parecen guiarse más por el egoísmo que por la
empatía. Tu actitud, justo cuando yo
estaba más perdido, ha sido la lección más grande que me podían dar, la que mejor
ha sustituido el manual de instrucciones que nunca tuve, la que me ha
reconciliado con un papel de padre con el que siempre tengo la sensación de
estar bordeando el suspenso.
Quince años
después de aquella mañana de luces amarillas, de aquella primera playa gaditana
y de tantas pequeñas cosas que yo empecé a descubrir gracias a ti, te escribo
para darte las gracias por todo lo que cada día me haces crecer. Sin que a
veces seas consciente de lo mucho que me importa cualquier palabra tuya,
cualquier gesto, cada silencio y hasta cada emoticono que me envías por el
whatsapp. Ahora que andas en plena adolescencia, y en la que tan cuesta arriba
se me hace asumir que necesitas tu espacio y que mi mejor papel es respetarlo,
empiezo a contemplarte como un ser único, que alza el vuelo pero que siempre
vuelve a la roca que espero seguir siendo, y que a pesar de los años continúa
transmitiendo la misma paz y la misma alegría que cuando tal día como hoy nos
juntábamos toda la familia alrededor de una tarta de cumpleaños. Hoy, este
domingo, deberíamos celebrar que tu concepto de familia se ha agrandado, que
por esas jugadas del destino que solo el corazón entiende se ha ampliado tu
círculo de afectos y que, gracias a una madre y a un padre que procuran cada día
ser fieles a sí mismos, tienes la gran fortuna de crecer con la mente sabia de
quien ha dejado atrás prejuicios egoístas y dogmas que generan infelicidad.
Hoy solo quería contarte lo difícil que a veces se me hace
sentir que los años se esfumaron y, sobre todo, encontrar la justa medida con
la que ahora, a tus 15, ser un padre imperfecto pero que no renuncia a
aprender. Tengo, eso sí, la gran suerte de contar con tu predisposición
inteligente y luminosa, con esa sonrisa que nunca falla, incluso cuando hemos
tenido alguna discusión, con esa sensibilidad que hace que tengas siempre bien
abiertas las antenas de tus emociones y con ese niño que sigue habitando en ti y
que espero nunca desaparezca del todo. Gracias a todo eso, el guión continúa
progresando adecuadamente y el rodaje de la película, estoy seguro, será todo
un éxito. Rodaremos por supuesto en
Córdoba, en Cabra, en Sevilla, en Cádiz y seguramente tendremos que localizar
determinadas escenas en Florencia o en Londres.
Mientras tanto, mientras seguimos buscando localizaciones y completando
el reparto, los dos, tú ya más alto que yo, yo cada vez más rebelde, seguiremos
aprendiendo cada día que toda la vida es cine y los sueños cine son. Tal y como
yo descubrí aquella mañana de noviembre que en nuestra casa olía a cocido y en
la que tu madre, siempre fuerte, me avisó de que estabas a punto de llegar.
Octavio, eres muy valiente por compartir estos sentimientos tan íntimos. Sólo desearos lo mejor para los dos. Un abrazo
ResponderEliminargracias Juanjo, un abrazo.
EliminarMuy identificado con ese padre imperfecto, a veces tan alejado de lo más querido por todas esas circunstancias que nos da la vida. Emociona y mucho leerte, saludos a los dos
ResponderEliminargracias Fernando, seguimos aprendiendo cada día, abrazos
EliminarMuy bueno y cargado de recia emotividad
ResponderEliminarmuchas gracias!!!!
EliminarEspléndido!! Felicidades y Abel y a los papis!! Realmente es una persona increíble!!
ResponderEliminargracias Rocío!!!!
EliminarGracias por este regalo al hijo que se convierte en un gran regalo de padre a padre.
ResponderEliminargracias Manuel, me alegro que te haya llegado a ti también!!!!
EliminarOctavio, con tu permiso quisiera compartir en el blog de mi Colegio tu artículo. Me gustaría que pudiera ser motivo de debate en clase de Secundaria. Si no recibo contraindicación por tu parte entiendo que no tienes problema, Gracias de antemano.
ResponderEliminarhttps://blogdesecundariadelgala.blogspot.com
Llegué a tu blog gracias a la censura de un periódico a tus opiniones que comparto. Y llegada aquí no he podido resistirme a leer algo más. Me ha emocionado esta carta a tu hijo adolescente en la que transmites tantas cosas. Felicidades a ambos por teneros uno al otro. Y gracias.
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