Ir al contenido principal

LA INTERSEXUALIDAD COMO FRONTERA

(Atención, este artículo revela parte de la trama de la serie Frágil)

 “Lo masculino y lo femenino están en mí y no quiero renunciar a ninguno de los dos”, dice Dominique, uno de los dos jóvenes protagonistas de la magnífica serie canadiense Fragile 

(Filmin). Dominique es una persona intersexual. Aunque su apariencia es de varón, su cuerpo es una mezcla de hombre y mujer. Ha renunciado a las posibilidades que le ofrece la cirugía para adaptarse a un solo sexo y así encajar en el imaginario colectivo que todavía hoy nos obliga a identificarnos en el binomio hombre/mujer. El está feliz, pese al complejo proceso que ha vivido desde su niñez, y pese a los armarios en los que ha tenido que protegerse de la mirada de los demás, con su realidad que escapa a las etiquetas tradicionales. Sueña además con tener un hijo y así se lo hace saber al médico que lo atiende. Otro proceso que no será fácil, ni desde su propio cuerpo, ni mucho menos desde la sociedad que mirará extrañada a un presunto varón con barriga de embarazada, pero que él está convencido de querer vivir. Vemos también a lo largo de los capítulos como logra ilusionarse con un amor frente al que tendrá que salir del armario y mostrarse tal cual es. Todo ello mientras su enamorado, un chico también frágil, desubicado pero por otras razones, que no encaja en el mundo que le ha tocado vivir, se ve obligado a digerir una realidad que no encaja ni en sus esquemas mentales ni emocionales. La primera mirada de Félix, que así se llama el joven descarrilado que está también reinventándose, sobre el cuerpo hermafrodita es la de todas y todos nosotros, nada habituados a reconocer como equivalente al cuerpo que se escapa de lo normativo. Mucho menos cuando ese cuerpo, tan frágil, tan vulnerable, rompe con las lecciones aprendidas de un régimen heteronormativo y basado en la complementariedad hombre/mujer.

 

La serie Fragile, además de engancharnos con el eterno relato seductor de los secretos y las mentiras familiares, tiene mucho interés porque nos hace visible una realidad que hoy por hoy permanece en los márgenes de los márgenes. Ni siquiera el (in)tenso debate que se ha generado en los últimos meses en nuestro país en torno al Proyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI ha puesto el más mínimo foco en la situación de unas personas que también en están en el articulado. Y lo están, como no podía ser de otra manera en un texto que pretende reconocer derechos y ampliar el marco de la dignidad, para dejar claro de una vez por todas que nuestro ordenamiento no puede amparar las intervenciones en los cuerpos de las personas intersexuales, habitualmente realizadas sin su consentimiento y siempre con el objetivo de reajustar sus cuerpos a uno de los dos extremos posibles: hombre o mujer. El artículo 18 del Proyecto prohíbe  todas aquellas prácticas de modificación genital en personas recién nacidas, salvo en los casos en que las indicaciones médicas exijan lo contrario en aras de proteger la salud de la persona. Es decir, quedará claro, en el caso de que el Proyecto llegue a convertirse en Ley, que no están permitidas las mutilaciones genitales que han sido tan habituales en las personas intersexuales. Un primer paso necesario para romper determinados esquemas, pero solo el primero. Los siguientes no solo tendrían que venir de la mano de la ley, por ejemplo mediante el reconocimiento de una identidad sexual no binaria en nuestro ordenamiento jurídico, previsión que lamentablemente no incluye el Proyecto, sino que requerirán un cambio cultural mucho más profundo que tiene que ver con la superación de los ejes que tradicionalmente han servido para definir a los sujetos. Es por ello por lo que la intersexualidad representa un gran desafío a la misma definición de las subjetividades jurídicas y, con ella, a la misma teoría de los derechos,  e incluso a un pacto social en su conjunto, que hemos articulado históricamente sobre el binomio de lo masculino y lo femenino. El reconocimiento de la existencia de  personas que biológicamente rompen con ese esquema es, o debería ser, una de las principales palancas que pueden permitir que salte por los aires un orden de género basado en la división jerárquica de dos realidades biológicas. Un cambio revolucionario que, insisto, no puede producir a través de las leyes, o no solo a través de las leyes, sino que requiere de una transformación cultural y política que permita modificar nuestros esquemas de pensamiento, los espejos en que nos miramos y, en definitiva, los relatos urdidos colectivamente y mediante los que nos reconocemos.

 

Por todo ello, una historia como la que nos cuenta Frágil es tan necesaria. Porque nos pone en imágenes, y por tanto con toda la carga emocional que es necesaria para activar la empatía, el proceso largo, duro y complejo que vive Dominique. El que a su lado también vive y sufre su madre. El que empieza a remover las entrañas de Félix, que es también, como  Dom, un hombre frágil, que trata de superar unos esquemas de masculinidad que le llevaron al precipicio,  y al que vemos en una permanente lucha por reconstruirse dejando a un lado la pesada mochila que le insistió en convertirse en un hombre de verdad. Los dos, Félix y Dom, se encuentran y se reconocen desde su fragilidad. O, lo que es lo mismo, desde ese estadio común de vulnerabilidad que les hace saberse humanos. Un nuevo paradigma desde el que tendríamos que reinventar unos sujetos todavía hoy enjaulados en los mandatos de género y esclavos de unos cuerpos heterodesignados en gran medida por quienes todavía hoy tienen el poder. Un poder que asigna jerarquías en función del sexo biológico y que no tolera a quienes desafían un mundo ordenado con la intención de que una mitad, la masculina, domine a la otra mitad, la femenina, siempre a nuestro servicio y disposición. 


Publicado en THE HUFFINGTON POST, 6 de julio de 2021

https://www.huffingtonpost.es/entry/la-intersexualidad-como-frontera-fragile-serie-filmin_es_60e33992e4b0ad1785deae3e

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO, LA PEOR DEL MUNDO

"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida  y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad

EL ÁNGEL DE AURORA Y ELENA

  El dolor siempre pasa por el cuerpo. Y la tristeza. También el goce, los placeres, la humillación. Somos cuerpo atravesado por las emociones. Los huesos y la piel expresan los quiebros que nos da la vida. Esta acaba siendo una sucesión de heridas, imperceptibles a veces, que nos dan nombre. Algunas supuran por los siglos de los siglos. Otras, por el contrario, cicatrizan y nos dejan tatuados. Las heridas del amor, de los placeres, de los esfuerzos y de las pérdidas. Estas últimas son las que más nos restan. Como si un bisturí puñetero nos arrancara centímetros de piel.   Sin anestesia. Con la desnudez propia del recién nacido. Con la ligereza apenas perceptible del que se va. No puedo imaginar una herida más grande que la provocada por la muerte de un hijo apenas recién iniciado su vuelo. Por más que el tiempo, y las terapias, y   las drogas, y los soles de verano, hagan su tarea de recomposición. Después de una tragedia tan inmensa, mucho más cuando ha sido el fruto de los caprich

CARTA A MI HIJO EN SU 15 CUMPLEAÑOS

  De aquel día frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol  reflejándose en tus ojos muy abiertos.   Siempre que paseo por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa, no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía frente a un n