Ir al contenido principal

BELÉN GOPEGUI Y EL ORIGEN DE TODOS LOS POEMAS

“Quédate este día y esta noche conmigo
Y conocerás el origen de todos los poemas”
Walt Whitman

A diferencia de lo que le sucede a escritores como Pérez Reverte, que hace unos días declaraba que huye del presente porque le parece vulgar, Belén Gopegui insiste en hablarnos siempre del aquí y del ahora, de un tiempo reconocible en el que ubica a sus personajes y desde el que nos suele interpelar a los lectores a los que, y es muy de agradecer, nos trata como seres maduros y pensantes. Desde esa posición de resistencia, Gopegui vuelve a inquietarnos con su última novela. Quédate este día y esta noche conmigo es una conversación moral entre  dos personas de generaciones distintas: Olga, matemática y empresaria retirada, y el joven Mateo,  40 años más joven. Ambos, de distinta manera, viven en una situación de precariedad y, por tanto, de extrema vulnerabilidad. Esa conversación va a llenar de contenido una atípica solicitud de trabajo que tiene a Google por destinatario y con la cual pretenden de alguna manera colapsar la “maquinaria”. Así, Google -  y con él ese mundo de “poderes invisibles” – se convierte en otro de los personajes de la novela. Es una especie de villano que, como buen sujeto neoliberal, solo actúa dominado por el criterio de la máxima rentabilidad.

A través de ese diálogo, que en este caso no es solo una apuesta formal sino también ética, la autora de Lo real  va tejiendo una especie de malla a la que se va adhiriendo buena parte de los dilemas que como individuos y como sociedad estamos viviendo en el presente.  Un momento histórico en el que, pese a todas las conquistas formales, nos sentimos tremendamente vulnerables ante unos poderes que carecen de legitimidad democrática y que controlan nuestras vidas. La conversación entre ese dos “seres anodinos, diferentes e iguales” y que “tienen poco futuro” nos sirve de espejo en el que vemos reflejadas nuestras propias miserias morales y las inercias de un sistema en el que para que unos ganen otros muchos tienen que quedar afuera. De esta manera, se van generando extraños, extranjeros, otros, los múltiples y diversos habitantes de la periferia que quedan en los márgenes y cuya debilidad es necesaria para sostener la omnipotencia de los que están en el centro. Una gramática en la que parece normalizado no conjugar los pronombres de la segunda y tercera persona.
Belén Gopegui, para la que la literatura es una forma de acción política, nos llama la atención sobre las maneras injustas que tenemos de medir el mérito, de cómo todas y todos formamos parte de una espiral competitiva y absurda y de cómo, en consecuencia, la perseverancia o el talento apenas cotizan en el mercado de las oportunidades. Quédate este día y esta noche conmigo nos ofrece, también, una mirada comprometida sobre la ficción de igualdad en la que vivimos, sobre los perversos discursos que pretenden disfrazar la desigualdad de siempre, sobre la inmovilidad de unas estructuras que siguen al servicio de los poderosos. Un terreno en el que, por ejemplo, el patriarcado sigue encontrando abono más que suficiente para mantener a las mujeres como subordiscriminadas, negando su trabajo, invisibilizando su presencia, callando su voz. Algo contra lo que Gopegui siempre lucha mostrándonos no a las víctimas sino a mujeres empoderadas, dueñas de su propio destino, no dependientes de protagonistas masculinos. Como la Olga de esta novela, una matemática que parece desafiar en todos los sentidos la estrechez del binomio masculino/femenino, y que justamente encuentra en la ciencia de los números “un lugar sin decepciones ni tormentos, un ámbito inteligible y purificado donde hombres y mujeres se comportarían también con la elegancia de las fórmulas exactas y bellas”.

Quédate este día y esta noche conmigo está también una novela sobre el dolor, el que provoca la injusticia pero también el que genera el azar, y que bien podría ser el eje que acabe distinguiéndonos de las máquinas. El miedo y el placer como los dos extremos que nos van definiendo. Y entre medias el miedo, la domesticación, la libertad, ¿qué libertad?

La última novela de Belén Gopegui, aunque pudiera dar la sensación de lo contrario, no es una novela pesimista. Al contrario, es una apuesta ética y política por otros métodos y otras palabras, que diría Virginia Woolf. Es un libro que nos pregunta hacia dónde vamos y en el que también es posible hallar respuestas que escapan a las lecciones que otros nos dictan y que con demasiada frecuencia reproducimos en los formularios. Para Belén no hay duda de que “los seres humanos tienen esa capacidad de convertir casi cualquier modo de vida en un diamante único, faroles apagados que en el parque, al encenderse, modifican el estado de ánimo de un sueño”. Y desde ese soroptimismo nos recuerda que  “no hay otra fantasía más sagrada que vivir”.  El origen de todos los poemas, la trinchera desde la que resistirnos a la furia, la raíz última de la emancipación que o será de todas y de todos o no será.

Publicado en THE HUFFINGTON POST, 27 de octubre de 2017:
http://www.huffingtonpost.es/octavio-salazar/belen-gopegui-y-el-origen-de-todos-los-poemas_a_23253548/

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO, LA PEOR DEL MUNDO

"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz". Mi interés por Juana Inés de la Cruz se despertó el 28 de agosto de 2004 cuando en el Museo Nacional de Colombia, en la ciudad de Bogotá, me deslumbró una exposición titulada "Monjas coronadas" en la que se narraba la vida  y costumbres de los conventos durante la época colonial. He seguido su rastro durante años hasta que al fin durante varias semanas he descubierto las miles de piezas de su puzzle en Las trampas de la fe de Octavio Paz. Una afirmación de éste, casi al final del libro, resume a la perfección el principal dilema que sufrió la escritora y pensadora del XVII: " Sor Juana había convertido la inferioridad

EL ÁNGEL DE AURORA Y ELENA

  El dolor siempre pasa por el cuerpo. Y la tristeza. También el goce, los placeres, la humillación. Somos cuerpo atravesado por las emociones. Los huesos y la piel expresan los quiebros que nos da la vida. Esta acaba siendo una sucesión de heridas, imperceptibles a veces, que nos dan nombre. Algunas supuran por los siglos de los siglos. Otras, por el contrario, cicatrizan y nos dejan tatuados. Las heridas del amor, de los placeres, de los esfuerzos y de las pérdidas. Estas últimas son las que más nos restan. Como si un bisturí puñetero nos arrancara centímetros de piel.   Sin anestesia. Con la desnudez propia del recién nacido. Con la ligereza apenas perceptible del que se va. No puedo imaginar una herida más grande que la provocada por la muerte de un hijo apenas recién iniciado su vuelo. Por más que el tiempo, y las terapias, y   las drogas, y los soles de verano, hagan su tarea de recomposición. Después de una tragedia tan inmensa, mucho más cuando ha sido el fruto de los caprich

CARTA A MI HIJO EN SU 15 CUMPLEAÑOS

  De aquel día frío de noviembre recuerdo sobre todo las hojas amarillentas del gran árbol que daba justo a la ventana en la que por primera vez vi el sol  reflejándose en tus ojos muy abiertos.   Siempre que paseo por allí miro hacia arriba y siento que justo en ese lugar, con esos colores de otoño, empezamos a escribir el guión que tú y yo seguimos empeñados en ver convertido en una gran película. Nunca nadie me advirtió de la dificultad de la aventura, ni por supuesto nadie me regaló un manual de instrucciones. Tuve que ir equivocándome una y otra vez, desde el primer biberón a la pequeña regañina por los deberes mal hechos, desde mi torpeza al peinar tu flequillo a mis dudas cuando no me reconozco como padre autoritario. Desde aquel 27 de noviembre, que siento tan cerca como el olor que desde aquel día impregnó toda nuestra casa, no he dejado de aprender, de escribir borradores y de romperlos luego en mil pedazos, de empezar de cero cada vez que la vida nos ponía frente a un n