El cine italiano siempre ha tenido una capacidad especial para acercarse a la realidad social sin trampas y, al mismo tiempo, ser capaz de emocionar al espectador que espera que en la pantalla, por encima de todo, le cuenten historias que le conmuevan. LA NOSTRA VITA, estrenada en nuestro país de mala manera y dos años después de su exitoso pase en Cannes (es evidente que el cine europeo debería ser tratado como una excepción cultural), es una muestra más de esa larga tradición. Daniele Luchetti ha conseguido una película que, más allá del drama personal y familiar que constituye su punto de partida y el tronco de la historia, nos sitúa frente al escenario no sólo de la crisis económica que nos azota sino sobre todo del fracaso moral en el que estamos inmersos.
La lucha de Claudio - un estupendo Elio Germano que le da al personaje las suficientes dosis de dramatismo y garra - por sacar adelante a su familia y por ser alguien en el penoso contexto de una sociedad movida por los intereses individualistas y por el "dios" dinero constituye un magnífico retrato de las miserias de un sistema que hace aguas por todos lados. Un sistema apoyado en los chanchullos, en las corruptelas, en las huidas del derecho y de las garantías jurídicas, en la ley de la selva que obliga a todos - o a casi todos - a comportarnos como héroes egoístas que sabemos que para sobrevivir hay que ser pragmático y nada idealista.
Alrededor de Claudio y de su lucha personal, los efectos perversos del boom inmobiliario, la instrumentalización de los inmigrantes, la creciente xenofobia, la vulnerabilidad de los más débiles como factor de ruptura de los vínculos sociales y, como bien sabemos en el ámbito mediterráneo, la familia como garante de solidaridad y como espacio de cuidados que llega donde no lo hace el fracasado Estado.
Además las peripecias personales - y laborales - de Claudio nos pueden dar la pauta para entender cómo se sigue construyendo el individuo "hombre" en la sociedad actual. Un individuo que en un momento de la película suelta algo así como "las mujeres no deberían trabajar, deberían dedicarse a cuidarse de sus hijos" y que, a su vez, se ve obligado a desempeñar un doble papel, el de padre y el de madre, que lo supera y que le exige mirarse en el espejo aunque no quiera. Un papel que, como dice una de las protagonistas, uno no puede resolver mediante el dinero y que Claudio irá asumiendo tragándose las lágrimas.
Aunque al final la película peque de una cierta "moralina", y ese final feliz nos resulte un tanto forzado, LA NOSTRA VITA es un magnífico ejemplo de cómo el cine nos está mostrando el derrumbe progresivo de unas sociedades en las que los individuos se ven obligados a comportarse como lobos. Esa es la gran tragedia a la que nos está llevando la crisis que sufrimos y ese es el verdadero duelo que Claudio debe asumir cuando la vida le exige respuestas para las que no estaba preparado. El duelo que reclaman el dolor de la pérdida y el que provoca verse abocado a formar parte de la mierda del sistema para sobrevivir.
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