Sigo con entusiasmo la noticia de que, al fin, el legislador estatal se plantea la introducción de la "custodia compartida" de los hijos en los casos de separación y divorcio como regla general y no como una excepción (en la actualidad, sólo se conceden aprox. un 10% de custodias compartidas).
Es este un tema ante el que, paradójicamente, determinados sectores del feminismo se posicionan en contra y, mucho me temo, que viniendo la propuesta de Ruiz-Gallardón aprovecharan para realizar una nueva cruzada.
Para todos los que estamos convencidos de que la clave de la igualdad real de mujeres y hombres pasa por la corresponsabilidad de ambos en el ámbito privado, doméstico y, muy especialmente, en los trabajos de "cuidado", parece una lógica consecuencia que los momentos de crisis y ruptura de una pareja se mantenga ese igual criterio de co-participación con respecto a los hijos. Inclinar la balanza hacia las mujeres - lo que en muchos casos se hace por razones meramente económicas ya que la custodia suele ir acompañada por ejemplo del disfrute de la vivienda familiar - , supone insistir en que también en un contexto crítico las mujeres deben asumir su papel tradicional de madres y cuidadoras. Algo que, sin duda, repercutirá en su vida profesional y pública. Por no hablar de los efectos negativos que, sin duda, debe tener la desvinculación de los hijos y de las hijas de uno de los progenitores.
Sólo en casos excepcionales, en los que debidamente se pruebe que el padre o la madre son unos auténticos irresponsables o que interés del menor es conveniente que sólo uno de ellos tenga la custodia, la regla general debería ser la custodia de ambos progenitores. Tal y como ya se contempla en Aragón y Cataluña. Sería un paso más en la erosión de la masculinidad patriarcal y en la democratización, desde el punto de vista de la igualdad de género, de las relaciones afectivas y familiares.
El hombre, el padre, por supuesto, ha de implicarse de manera corresponsable en el cuidado y atención de los hijos cuando el matrimonio funciona bien y, por supuesto, también, cuando la convivencia falla. Sostener lo contrario, vuelvo a repetir, salvo en casos debidamente justificados, es avalar la responsabilidad de las mujeres sobre los hijos y poner aún más cadenas si cabe para su desarrollo personal y profesional. Digan lo que digan determinadas feministas que parecen no entender que sólo desde la complicidad hombres-mujeres será posible seguir avanzando hacia el horizonte de la plena igualdad.
Sin ser ningún experto en la materia, pero utilizando simplemente el sentido común, estoy de acuerdo en tus apreciaciones. Si se pide igualdad, tiene que ser recíproca y no selectiva....Enhorabuena por la excelente exposición (no podría ser de otra manera....)
ResponderEliminarCoincido totalmente, Octavio, con las apreciaciones del comentario precedente de Xavi. No solo un planteamiento que comparto en lo sustancial, sino también admirable por su excelencia en lo formal. Felicidades, compa, una vez más...
ResponderEliminarUn abrazo y buena tarde.