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PATERNIDAD

Las hojas amarillas de Noviembre

Un pasillo eterno y solo
y una matrona ogro
Ese olor en toda la casa, 
poco más de tres kilos sobre mi pecho
Miedos, ternura, agua
Tu primer mar, tu primer verano
Los soles y los besos,
papilla de fruta y miel.
Coplas de Cádiz en tus antenas.
Un café en la ribera,
Cunningham en mis manos,
tu siesta y mis músculos indefensos.
Peter Pan en una sala oscura,
el terror de las princesas Disney
y una casa azul
en una ciudad rosa fugaz.
La terraza de agua dulce,
verdes y naranjas abrazos.
El niño que fui en tu cama
contando historias de dragones
que vivían en un campo de olivos.
Cortijo de abuelos que tejen.


Oleaje de sábanas de sábado
huyendo de tiburones y peces espada
Algas de piernas enredadas 
y el olor a cola-cao.
Una madre más veloz que yo,
la pasión contra la máquina.
Metas, zapatillas, medallas.
Un chándal rojo
y un pájaro que marca las horas.
Gominolas cada otoño
e incienso en primavera.
Un lápiz, una hoja, un cirio.
Dulzura de abuela en caricias de lana.
Escribo, escribo y escribo
y miro de reojo a Gerónimo Stilton,
y a Harry Potter,
y al Señor de los Anillos
que viven bajo tu cama.
You are always on my mind,
corbata de cuadros escoceses,
a mí tampoco me gusta multiplicar.
El aliento del paraíso
con el que quise callar 
al Caín que llevo dentro.
La fragilidad que me hace fuerte
El hombre que deja de serlo
para llenarse de chocolate las orejas,
Willy Wonka,

Bizcocho de limón y nueces
en el que me hundo
como si fuera crema líquida,
un ser en gerundio,
un padre/madre sin corazón/coraza.
El que tuesta pan y corta uñas,
el que duda y no tiene capa.
Un duende, una mariposa, una oruga.
La polilla que busca la luz,
Virginia nadando en el río.
El que limpia zapatos cada vez más grandes
y hace macarrones con tomate sin tomate.
El hombre solo del pasillo
Vulnerable alumno que huele flores violetas.
Padre padrastro paciente
de niños con bicicleta
y adolescentes de instagram.
La torpeza me da alas
y las alas me hacen bailar
secretas danzas
first we take Manhattan, then we take Berlin.
Dos peces de ciudad sin morralla
en un mar de sábanas de sábado
en el que sigue oliendo a cola-cao.

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