Desde mi adolescencia la radio es parte de mi vida. No podría vivir sin sentir la compañía de sus voces cuando despierto, mientras trabajo o en las largas noches de insomnio. En estos tiempos líquidos, de tanto ruido y de tanta tontería, encuentro en ella el sosiego y la reflexión que me niegan otros medios. La radio es parte tan esencial de mí que siento que sus hombres y mujeres son mis cómplices, mis amigos y mis amigas, mis maestros y maestras, mis soñados amantes e incluso a veces los destinatarios de mis iras.
Concha García Campoy fue durante muchos años una de esas voces. Aunque también la seguí por televisión, fue en la radio donde me sedujo, donde bien disfruté de su elegante profesionalidad y de su tacto de periodista lúcida. Todo ello en un momento en que, no sin obstáculos, algunas mujeres empezaban a adquirir autoridad en un mundo tan machista como el de la información.
Ayer tarde fue también la radio la que me dio la triste noticia de su muerte. Del final de un viaje en el que la lucha ha sido en vano. Al escucharlo sentí que una parte de mí se quebraba, al tiempo que otra me despertaba rebelde. Como si la voz de Concha, grabada eterna en mi mp3, insistiera en recordarme que el presente es el único tesoro que no deberíamos desperdiciar.
Columna de opinión HOY POR HOY, Radio Córdoba, CADENA SER
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