Me gustaría pensar que la coincidencia en cartelera de varias películas españolas que abordan el buen morir – Los destellos , de Pilar Palomero; La habitación de al lado , de Pedro Almodóvar, y Polvo serán , de Carlos Marqués- Marcet- tiene que ver con un paulatino cambio social que nos está permitiendo afrontar el final de nuestras vidas de otra manera. No cabe duda de que el proceso de secularización vivido por la sociedad española y el impulso de los cambios legislativos, que a su vez han contribuido a generar un necesario debate público, abren la puerta para que rompamos el tabú que siempre ha rodeado a la muerte y para que al fin la entendamos como parte del proceso de autodeterminación en el que consiste nuestra dignidad. En este sentido, es clave que desde lo artístico se nos propongan historias que nos ofrezcan otros espejos y que nos sacudan, provocando, tal vez, que reseteemos nuestro disco duro en cuestiones que siempre mantuvimos armarizadas. Lo interesante de las tre
Pasé más de la mitad de mi vida leyendo y viendo en la pantalla relatos de hombres heroicos, omnipotentes, que incluso del fracaso hacían una épica. Durante años no tuve más espejo que la virilidad concebida como un estatus de (auto)control y dominio. Fueron las mujeres, muy singularmente las creadoras, las que empezaron a revelarme todas esas dimensiones de la humanidad que yo me había negado. Tal fue el impacto que hace tiempo pensé que dedicaría el resto de mis días a leer solo a mujeres, para así compensar, o tratar de hacerlo, el desequilibrio que una cultura androcéntrica había creado en mi mente de niño raro. Este juramento ha sido roto en los últimos años solo en contadas ocasiones, esas en las que he descubierto a hombres que, al fin, eran capaces de quedarse en bolas y mostrarte como un puzle desordenado. Como un proceso, en tránsito, con frecuencia en batalla contra ellos mismos, rebelándose, en el mejor de los casos, contra la jaula de la virilidad. Recuerdo que cuando ha