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POLVO SERÁN: ¡Qué mueran los novios!

Me gustaría pensar que la coincidencia en cartelera de varias películas españolas que abordan el buen morir –   Los destellos , de Pilar Palomero;   La habitación de al lado , de Pedro Almodóvar, y   Polvo serán , de Carlos Marqués- Marcet- tiene que ver con un paulatino cambio social que nos está permitiendo afrontar el final de nuestras vidas de otra manera. No cabe duda de que el proceso de secularización vivido por la sociedad española y el impulso de los cambios legislativos, que a su vez han contribuido a generar un necesario debate público, abren la puerta para que rompamos el tabú que siempre ha rodeado a la muerte y para que al fin la entendamos como parte del proceso de autodeterminación en el que consiste nuestra dignidad. En este sentido, es clave que desde lo artístico se nos propongan historias que nos ofrezcan otros espejos y que nos sacudan, provocando, tal vez, que reseteemos nuestro disco duro en cuestiones que siempre mantuvimos armarizadas. Lo interesante de las tre
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YO, ADICTO: Vindicación de una hombría (al fin) quebrada

Pasé más de la mitad de mi vida leyendo y viendo en la pantalla relatos de hombres heroicos, omnipotentes, que incluso del fracaso hacían una épica. Durante años no tuve más espejo que la virilidad concebida como un estatus de (auto)control y dominio. Fueron las mujeres, muy singularmente las creadoras, las que empezaron a revelarme todas esas dimensiones de la humanidad que yo me había negado. Tal fue el impacto que hace tiempo pensé que dedicaría el resto de mis días a leer solo a mujeres, para así compensar, o tratar de hacerlo, el desequilibrio que una cultura androcéntrica había creado en mi mente de niño raro. Este juramento ha sido roto en los últimos años solo en contadas ocasiones, esas en las que he descubierto a hombres que, al fin, eran capaces de quedarse en bolas y mostrarte como un puzle desordenado. Como un proceso, en tránsito, con frecuencia en batalla contra ellos mismos, rebelándose, en el mejor de los casos, contra la jaula de la virilidad.   Recuerdo que cuando ha

PONCIA: Sarandonga lorquiana

  Debo confesar que, con el paso de los años, he ido descubriendo cada vez más costuras de ese personaje tan torrencial de nuestra cultura que fue Lorca. No seré yo quien ponga en duda la magnitud literaria – y política- del granaíno,     ni el estremecimiento que me provocan algunos de sus textos- sobre todo, los   Sonetos del amor oscuro   y   Poeta en Nueva York   -, pero sí que ahora contemplo de manera distinta todo lo que él creó sobre y en torno a las mujeres. Supongo que años de lecturas y concienciación, de aprendizajes y desaprendizajes, me han hecho ver que tal vez lo más sensato sea no poner etiquetas inmerecidas a una obra, entre otras cosas porque nuestra mirada contemporánea nada tiene que ver con la de un artista de principios del siglo XX. Montajes recientes, como la decepcionante “Casa de Bernarda Alba” dirigida por Alfredo Sanzol, me han confirmado que, a diferencia de otros clásicos, no toda la obra de Lorca soporta bien una traslación a las narrativas de hoy. Descu

LAS TRAZAS DE ERREJÓN QUE HABITAN EN MÍ

Llevo varios días tratando de digerir la mezcla de ira y desolación que he sentido al conocer el verdadero rostro de Errejón, dibujado no solo en los comportamientos que él mismo ha reconocido sino también en las patéticas explicaciones que ofreció al mundo como si, en lugar de responsable, fuera una suerte de víctima de unas estructuras que nos usan como marionetas. Me indignado también al leer y escuchar comentarios de muchos hombres que, de distinta manera, se han movido entre el revanchismo de unas posiciones políticas que nunca se caracterizaron por su apoyo a la igualdad y el agravio de quienes una vez más se sienten perseguidos por el feminismo y la “ideología de género”. Tampoco han faltado, claro, bienintencionados que han aprovechado ahora para abanderar un movimiento, inexistente, de hombres por la igualdad. Entre este cúmulo de despropósitos, a los que habría que añadir los propios de una izquierda que hace siglos olvidó cómo interactúan la perspectiva de género con la de c

RITA: La mirada de una niña, la respiración de un niño

Los pies de una niña de siete años caminando por un suelo que rápidamente identificamos con una época de nuestras vidas. Los pies y las manos. Los ojos. La respiración de unos menores que viven un verano en el que la infancia, donde siempre hay de manera real o soñada una playa, les muestra el pliegue más doloroso de la vida. A la altura de los ojos de dos hermanos, Rita y Lolo, pero sobre todo de Rita, nos adentramos entre las costuras de un matrimonio, de un hogar, de un mal querer. En un verano sevillano de ventiladores y primeros aires acondicionados, de piscinas de barrio y azoteas con sábanas blancas tendidas al sol, recorremos con ellos, como si estuviéramos pegados a sus pechos que se aceleran y se encogen, los senderos de una cotidianeidad que todavía entonces, en los años 80 del pasado siglo, era un espacio privado. Donde regía la autoridad del pater familias y el silencio de las amas de casa que tenían como profesión “sus labores”. Unos años en los que todavía el matrimonio

LA HABITACIÓN DE AL LADO: Lo personal es político

  “ Nunca estás seguro de tu yo verdadero salvo cuando estás solo, ¿pero quién quiere estar solo al morirse?” Sigrid Nunez, Cuál es tu tormento       No hay película que no sea política, como no hay obra de arte que no transmita convicciones y una cierta ética. El problema es que durante siglos el canon masculino nos tuvo engañados en cuanto que solo identificamos como “político” aquello relacionado con los hombres, con el espacio público, con el ejercicio del poder y la autoridad. Todo lo íntimo y privado, lo doméstico y personal, quedó fuera del pacto social, diluido en ese espacio de otredad representado por las mujeres y lo femenino. Han sido necesarios siglos de lucha feminista, todavía inacabada, para que vayamos incorporando a la conciencia de lo público, y por tanto de lo político, todas esas dimensiones que tienen ver con la sostenibilidad de la vida, con los vínculos, con nuestra identidad relacional. Porque justamente esta es la clave última que nos enseña el feminismo: que

LA INFILTRADA: El pulso y la mirada de Arantxa

  Con frecuencia la cultura es un espacio que, a diferencia de los estrictamente políticos, evidencia las conquistas democráticas y la superación de los lastres que durante décadas dificultaron la convivencia en libertad. A mucha distancia de lo que sigue ocurriendo por ejemplo nuestro Parlamento, en el que algunos partidos siguen usando a las víctimas del terrorismo de ETA como arma arrojadiza y dan evidentes muestras de no haber asumido que afortunadamente pusimos a fin a uno de los más dramáticos episodios de nuestra existencia común, el que se estrene una película como “La infiltrada” es la mejor señal de que estamos en otra “pantalla”. De que la sociedad española, en general, ha sido capaz de pasar página, lo cual no quiere decir – ojalá - que se haya quedado sin memoria, y de que por tanto puede acercarse a unos años terribles con miradas que nos revelan historias, personajes y acontecimientos que durante tanto tiempo estuvieron cubiertos por el velo del terror. Que ahora una nar