Entro en la sala de cine huyendo de un domingo caluroso, electoral, abrumado por el presente. Huyo de los carteles que llenan las calles, de las voces que repiten frases hechas, de los anuncios de mítines a los que no va casi nadie. Camino por la ciudad casi desierta y necesito encontrar un oasis. Vuelvo al cine. A su oscuridad, a su soledad acompañada, a su rima de imágenes y sueños.
Y vuelvo a soñar con el Woody Allen más romántico. Aunque sin llegar a la genialidad de "La rosa púrpura del Cairo", el director neoyorkino nos hace soñar, nos invita a buscar nuestra "edad de oro", a encontrar en la noche de una ciudad como París el lugar donde pudimos ser mucho más felices de lo que somos. Y lo hace de manera simple, casi de puntillas, introduciéndonos en su fábula sin que nos demos cuenta.
Como se dice en un momento de la película, la vida es insatisfactoria. Por eso siempre estamos buscando otro tiempo, otro lugar, otro traje. Y por esto también volvemos a escribir novelas que tal vez nadie leerá. Necesitamos llenar ese papel en blanco, ganarle la batalla a la muerte, sentirnos enamorados, imaginar que nuestros ídolos son cómplices que evitan que caigamos del todo.
Es bonita la lluvia en París. Lo es en cualquier ciudad. Siempre que tengamos la capacidad de elevarnos por encima del suelo y ponernos a la altura de las gotas que caen. Es bonito el sol en Córdoba. En un mayo que abrasa y en el que todos los días parecen presagio.
Woody Allen nos ha regalado una fábula tierna y luminosa. La mejor para una tarde de domingo en el que las radios retransmiten partidos de fútbol y los carteles de los candidatos pierden el color con el sol que los achicharra.
Como la vida siempre es insatisfactoria, como a lo más que podemos llegar es a una porción de felicidad, seguimos necesitando del cine, de la literatura, del arte. De genios contemporeáneos como Allen sin los que sería cada vez más díficil seguir confiando en la capacidad de progreso del ser humano. Sin los que estaríamos condenado a una muerte lenta en el fango de la mediocridad que nos rodea y que en este mes de mayo tiene nombre de políticos y políticas que hace tiempo perdieron la capacidad de ilusionarme...
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